Hay tantas pestañas distintas como mujeres en el mundo. Las hay largas, pequeñas, crespas, gruesas o lacia, pero la gran mayoría de nosotras las quiere rizadas, gruesas y con mucho volumen.
La máscara de pestañas ayuda, pero muchas necesitamos más de un técnica para encresparlas y lucir las que deseamos. Existen muchas maneras -usar la cuchara, el clásico encrespador o recurrir a un tratamiendo permanente-, pero hay que tener en cuenta que los pro y contra de cada método y las caracteríscas de nuestras pestañas, como su forma, largo y ondulación.
A continuación, te explicamos las tres de las técnicas más comunes para lograr el rizado ideal.
Rizador clásico
Con una función mecánica, el rizador ejerce presión entre el metal y las pestañas. Si eliges esta opción, te recomendamos conseguir uno de buena calidad, con colchones suaves para proteger el pelo y un buen soporte en el mango para no presionar demasiado. Es muy económico y el preferido de muchas, pero si no lo utilizas correctamente, te puede dejar sin pestañas.
Cuchara
Es una de las técnicas más antiguas y todos tienen una en su casa. Su curvatura les da un look más natural a las pestañas, pero pon atención a la fuerza que aplicas al pasarla: si no lo haces con cuidado te puedes arrancar la pestaña y traccionar bruscamente la piel del párpado, provocando arrugas prematuras.
Rizador térmico
Es un aparato eléctrico que riza las pestañas con calor, como si fuera una plancha de pelo. Es ideal porque la temperatura es muy baja y no alcanza a maltratar las pestañas, pero es un poco más costoso que un rizador regular.
De todas estas opciones, ¿cuál es tu favorita? ¿Cuál nos recomendarías?